Crónica Galicia.

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Crisis climática arruina la temporada de magosto con escasas castañas.

Crisis climática arruina la temporada de magosto con escasas castañas.

La actual temporada de castañas en Galicia se encuentra seriamente comprometida, especialmente en las provincias de Lugo y Ourense, tras un agosto marcado por intensos incendios y una sequía que ha afectado gravemente la producción. Los productores locales observan con preocupación que tanto los fuegos como la falta de lluvias han tenido un impacto devastador en la calidad de este producto tan esperado. Desde Canstaval, Castañas de Valdeorras, indican que la situación es alarmante: "Los incendios y la sequía están arruinando nuestra cosecha".

Según datos proporcionados por la empresa, la cosecha actual se sitúa entre un 30% y un 40% de lo que se podría esperar en un año normal. A pesar de que han notado cierta mejora en la calidad de las castañas gracias a las lluvias recientes, el tamaño de los frutos sigue siendo un problema. Además, su demanda ha sido débil, con la única excepción de un ligero aumento que se anticipa para principios de noviembre, coincidiendo con la festividad de Todos los Santos.

Castañas Rosendo, que opera en áreas gravemente afectadas por los incendios en Riós y Vilardevós, comparte la misma preocupación. Informan que no solo han notado una disminución en la demanda, sino que las castañas disponibles son "muy pequeñas y completamente secas", lo que hace difícil esperar más mejoras. La falta de precipitaciones, que no se han registrado desde hace meses, ha impedido una adecuada formación de los frutos, lo que perjudica a los productores en esta época crucial.

Los magostos, tradicionales festivales de castañas, llegan en un año en el que los productores están forzados a mirar hacia el futuro con pesimismo. La esperanza de que los castaños dañados por el fuego puedan recuperarse es ahora la única luz en medio de la adversidad, ya que se enfrenta a la posibilidad de perder un modo de vida esencial para muchas familias en la región.

Desde la productora Naiciña en Chantada, Lugo, se agrega que las altas temperaturas de septiembre y octubre han incidido negativamente en la producción. La calidad de las castañas se ha visto comprometida, presentando un tamaño reducido y un alto grado de daño causado por insectos. Actualmente, aseguran que la producción se encuentra en el 30% en comparación con un año típico.

Resaltan además un fenómeno preocupante: en muchos erizos, donde normalmente se desarrollarían varias castañas, solo surge una castaña con desarrollo adecuado y las demás quedan malogradas. La combinación de sequía e incendios ha hecho que los castaños prioriticen su supervivencia por encima de la producción de frutos, lo que agrava aún más la situación.

Sin embargo, algunos como Castañas Rafael de Ourense defienden la calidad de lo producido, aunque reconocen que la cantidad es insuficiente. "Para un magosto siempre habrá castañas, pero el desafío es satisfacer la demanda de grandes distribuciones", explican. Añaden que las lluvias recientes han contribuido a mejorar la condición del fruto, que se encontraba en un estado precario.

Amarelante, otra productora de Manzaneda, ha comenzado su recolección en medio de las lluvias y, al no haber enfrentado problemas de deshidratación, han logrado una calidad aceptable. Sin embargo, advierten que las lluvias deben ocurrir al menos 20 días antes de la caída de las castañas para tener un verdadero impacto positivo en su tamaño y calidad.

A pesar de que el tamaño de las castañas este año es menor, algunos productores destacan que son más dulces, debido a la mayor concentración de azúcar. No obstante, anticipan que la cosecha será un 30% inferior a la del año anterior, reflejando un panorama complicado para los productores.

Las implicaciones del cambio climático en las áreas rurales son evidentes; los productores enfrentan disminuciones en sus rendimientos debido al aumento de plagas y las altas temperaturas de los últimos meses. Cada vez es más común que solo se recojan el 50% de las castañas que solían recolectarse hace una década, y la tendencia actual sugiere que el próximo año podría ser incluso más severo.

Como ejemplo de la gravedad de la situación, se menciona que hace diez años se recogían 250.000 kilos de castañas sin dificultad, mientras que el año pasado la cantidad cayó a 100.000. La sequía en meses cruciales como agosto y septiembre ha perjudicado gravemente la formación de los erizos. Los productores concluyen que el clima está afectando de manera indescriptible a la castaña, un fruto que tiene un lugar especial en la cultura y la economía gallega.