"Galicia ante el peligro del acuerdo Mercosur: el 'dumping' de carne podría incrementar el despoblamiento rural"
Ante la reciente propuesta de un intercambio de 'vacas por coches', el profesor Edelmiro López ha instado a las administraciones locales a adoptar estrategias "compensatorias" para proteger al sector agrario. Su declaración surge en un contexto donde el acuerdo firmado entre la Unión Europea y el bloque Mercosur, que incluye a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, promete abrir nuevas oportunidades en la industria automotriz para Galicia, aunque también plantea desafíos significativos para la agricultura gallega, particularmente en la industria cárnica.
En una entrevista con Europa Press, el académico de la Universidade de Santiago de Compostela (USC), Edelmiro López, advierte sobre un "riesgo claro de dumping ambiental y social" que podría amenazar la viabilidad de las granjas de carne en Galicia. Este panorama podría llevar, según él, a un abandono generalizado de explotaciones que ya enfrentan problemas económicos serios desde hace varios años.
López señala que en cualquier iniciativa de libre comercio siempre hay quienes se benefician y quienes se ven perjudicados. En consecuencia, plantea la necesidad de desarrollar formas de "minimizar los impactos negativos" que esta situación pueda acarrear para el sector agrario, resaltando que, en términos de costes, "no se podrá competir". De ahí que sugiere que la única alternativa viable sería enfocarse en la diferenciación y la calidad de los productos gallegos.
El académico pone de relieve la importancia de las labores de gestión del territorio que las granjas realizan en áreas como Os Ancares (Lugo) y el interior de Ourense, y reclama que se implementen "medidas compensatorias" que reconozcan los beneficios ambientales que aportan, más allá del valor económico de la carne que producen.
En contraposición, identifica oportunidades de crecimiento para Galicia en sectores como la automoción, textiles y confección, así como en servicios y, especialmente, en la exportación de vinos dentro del ámbito agroalimentario.
A escala europea, la situación no es diferente. Hay analistas que han llegado a describir el acuerdo entre la UE y Mercosur como un simple intercambio de "vacas por coches". Este enfoque, si bien puede considerarse "asumible", requiere de un plan que garantice la compensación para los sectores afectados, al tiempo que se establezcan mecanismos para proteger la industria europea de la competencia desleal.
A largo plazo, López advierte que Europa podría verse forzada a renunciar a parte de su capacidad productiva en alimentos a favor de Mercosur, a cambio de posicionarse con mayor fuerza en el ámbito industrial y de servicios. Esto podría resultar beneficioso para la automoción, la industria química y la maquinaria, mientras que el sector agrícola europeo, y en particular el gallego, se podría ver "claramente perjudicado", sobre todo en la producción de carne de vacuno, aves y azúcar.
La diferencia en los costes de producción entre el agro europeo y el de países como Argentina o Brasil es otro punto crítico. López resalta que las explotaciones en estos últimos son considerablemente más grandes, lo cual les permite ofrecer precios mucho más competitivos. Además, la falta de controles sanitarios apropiados en esos países ha generado, en las últimas semanas, una creciente protesta entre agricultores y ganaderos de la región.
De esta manera, el acuerdo podría intensificar la especialización de ambos bloques; reforzando a Mercosur como una gran potencia en agricultura a expensas de los productores europeos y, en contraste, promoviendo el crecimiento industrial y de servicios en la UE.
El académico dirige su atención hacia el papel relativamente pequeño que el mercado sudamericano desempeña en el comercio exterior de Galicia. De hecho, las exportaciones de la región hacia Mercosur representan apenas un 1% del total, mayormente en forma de coches y componentes, así como maquinaria. Sin embargo, el saldo de la balanza comercial es notablemente deficitario para Galicia, con importaciones que ascienden a cerca del 4%, principalmente materias primas para alimentar ganado.
López enfatiza que, desde una perspectiva gallega, los efectos más preocupantes del acuerdo recaen sobre los productos agrarios, en especial la carne de vacuno y, por supuesto, la carne de aves, dado que Brasil es un competidor extremadamente fuerte en este sector. Señala que la producción extensiva de carne en Galicia genera "numerosos beneficios ambientales", ya que tiene lugar en regiones de alta y media montaña, así como en zonas rurales. Un eventual colapso de estas granjas podría desencadenar problemas graves de ordenación territorial y complicar esfuerzos en la lucha contra incendios forestales.
Con su experiencia en pasados acuerdos de libre comercio, este experto muestra sus "dudas" y expresa cierto escepticismo sobre la efectividad de las medidas formales que se proponen en el texto del acuerdo, tal como los mecanismos diseñados para equilibrar la balanza comercial, que incluyen cláusulas espejo que obligarían a los productos importados a cumplir estándares equivalentes a los de la UE.
Aunque esos mecanismos existen, López sostiene que su óptica pesimista se basa en la dificultad de alinear un nivel de producción cada vez más sostenible en Europa con la inclusión de productos provenientes de países que no tienen exigencias similares, ya sea en términos ambientales o laborales.
El acuerdo contempla que "productos sensibles", como la carne, estén sujetos a un "sistema de cuotas de importación" con un enfoque gradual para mitigar un "impacto fortísimo". En caso específico de la carne de vacuno, se hablaría de un límite de importación de 200.000 toneladas anuales, que representa apenas un 1,5% de la producción total de la UE.
El profesor no deja de lado la contradicción evidente entre la creciente presión para que los productores europeos adopten estándares más altos en términos ambientales, como lo que exige la estrategia 'De la granja a la mesa', y la apertura del mercado a productos de países con condiciones de control menos rigurosas. Se pregunta cómo se puede esperar que los productores de Mercosur cumplan con los mismos estándares que se exigen a los europeos, y cómo las cláusulas espejo afrontan "múltiples complicaciones".
A pesar de todo, López aclara que "por el momento", solo hay un acuerdo preliminar, que aún necesita la aprobación tanto de los cuatro países del Mercosur como de la Unión Europea, un proceso que él considera "más complicado".
Finalmente, el profesor elucidó que, aun cuando la UE opta por separar la parte comercial de los otros dos aspectos del acuerdo, es decir, la cooperación y la política, para facilitar su ratificación, se necesita una mayoría cualificada de 15 países que representen dos tercios de la población para que la luz verde sea otorgada.
Este panorama sugiere que si cinco países que controlen el 35% de la población se oponen, podría interrumpirse el avance del acuerdo. Francia ya se opone firmemente, y podría unirse a ella Polonia, Países Bajos y Bélgica. Así las cosas, queda a la espera la respuesta de Italia, lo que podría generar una "minoría de bloqueo". "No es que esto ya esté santificado y que vaya a aprobarse sin más", concluye, advirtiendo sobre la fragilidad del pacto conseguido.
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