El Camino de Santiago es una de las rutas de peregrinación más antiguas y famosas del mundo. Durante siglos, millones de personas han recorrido este camino en busca de la tumba del apóstol Santiago en la catedral de Santiago de Compostela. A lo largo de la historia, el Camino ha experimentado diferentes etapas de esplendor y declive, y en el siglo XX no fue la excepción.
En el siglo XX, el Camino de Santiago experimentó un notable resurgimiento en términos de popularidad y afluencia de peregrinos. Después de siglos de relativa oscuridad, el Camino comenzó a atraer la atención de personas de todo el mundo, no solo como una ruta religiosa, sino también como una experiencia cultural y turística única.
Uno de los factores que contribuyó a este resurgimiento fue la labor de diferentes instituciones y organizaciones, tanto públicas como privadas, que promovieron el Camino de Santiago como un patrimonio cultural de gran valor. Se restauraron caminos, se mejoraron las infraestructuras y se promocionaron los diferentes caminos que conforman la ruta jacobea.
La Guerra Civil española y la posterior dictadura franquista tuvieron un impacto significativo en el Camino de Santiago durante el siglo XX. Durante la Guerra Civil, muchos tramos de la ruta sufrieron daños y destrucción, y la peregrinación se vio interrumpida por la inestabilidad política y social del país.
Con la llegada de la dictadura franquista, el Camino de Santiago fue utilizado como un instrumento de propaganda política, en un intento de rescatar la tradición jacobea y fomentar el sentimiento nacionalista. Sin embargo, la dictadura impuso ciertas restricciones y limitaciones a la libre circulación de los peregrinos, lo que afectó la experiencia de quienes decidían recorrer el Camino.
En las últimas décadas del siglo XX, el Camino de Santiago se vio afectado por el fenómeno de la globalización y el auge del turismo de masas. Cada vez más personas de diferentes nacionalidades comenzaron a recorrer la ruta jacobea, motivadas por razones religiosas, culturales o simplemente por el deseo de vivir una experiencia única.
Si bien este fenómeno contribuyó a la revitalización del Camino y a su proyección internacional, también generó ciertos problemas, como la masificación de determinados tramos, la pérdida de autenticidad y la mercantilización de la peregrinación. A pesar de ello, el Camino de Santiago logró mantener su esencia y su atractivo para quienes buscaban una experiencia espiritual y enriquecedora.
En conclusión, el Camino de Santiago en el siglo XX fue testigo de momentos de esplendor y declive, de resurgimientos y dificultades, pero logró mantener su relevancia como una de las rutas de peregrinación más importantes del mundo. A lo largo de este siglo, el Camino ha evolucionado y se ha adaptado a los cambios sociales, políticos y culturales, manteniendo viva la tradición jacobea y su legado histórico.