Crónica Galicia.

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"Bomberos y brigadistas de Ourense luchan incansablemente contra las llamas: 'Daremos todo por salvar'".

Los ciudadanos son instados a colaborar y evitar poner en riesgo sus vidas al contribuir en la recolecta de alimentos y suministros necesarios.

OURENSE, 18 de agosto.

La provincia de Ourense enfrenta una precariedad alarmante, con más de 60.000 hectáreas devastadas por incendios que han permanecido activos durante más de una semana. A pesar de los numerosos focos de fuego y la insuficiencia de recursos, valientes brigadistas y bomberos continúan combatiendo las llamas con determinación.

Tomás Omil, integrante de la Base Helitransportada de San Xoán de Río (Ourense), ha compartido con Europa Press que, aunque la situación es extremadamente complicada, su equipo está decidido a luchar hasta el último momento.

Los equipos de extinción enfrentan una carga de trabajo abrumadora y se ven afectados por condiciones meteorológicas adversas. Tomás describe el fuego como un enemigo "monstruoso" y expresa la dificultad emocional de sobrevolar áreas en llamas, donde muchas personas se encuentran en situaciones críticas.

Tomás también resalta que algunos de sus compañeros han visto sus hogares amenazados por el fuego. La desesperación aumenta al ver las llamas cercanas a las casas de sus seres queridos, lo que provoca emociones intensas y genera una atmósfera de incertidumbre.

A pesar del agotamiento, muchos brigadistas y bomberos se ofrecen a ayudar fuera de su horario habitual. “Conocemos a personas en las zonas afectadas que nos advierten de la situación, y Protección Civil, que ya está desbordada, nos solicita ayuda de manera directa”, señala Tomás.

Después de largas y agotadoras jornadas de trabajo, el panorama se torna cada vez más angustiante y difícil de gestionar. Tomás subraya que, en ocasiones, los vecinos se ven aislados y sin recursos. “La gente está sufriendo enormemente”, agrega.

Los residentes de A Rúa, una de las áreas gravemente afectadas, han manifestado a Europa Press que están sin comunicaciones, sin suministro eléctrico y con escasos recursos para cargar sus dispositivos móviles, ya que muchas antenas han quedado destruidas.

Los habitantes de las aldeas y parroquias afectadas expresan su preocupación ante lo incierto del futuro. “Hay quienes no saben qué hacer y les cuesta abandonar sus hogares”, indica Tomás, añadiendo que a veces las personas asumen riesgos innecesarios.

“Es preciso mantener la calma”, enfatiza, subrayando la importancia de actuar con sensatez al ayudar y al participar en las labores de extinción. “Ya se han perdido suficientes vidas”, añade con pesar.

El deseo de los residentes de permanecer en sus hogares es comprensible, según Tomás. “Entienden que sus vidas y pertenencias están allí, y muchos lucharán hasta el final para protegerlas”, aclara, pero advierte que esto no debe ir en detrimento de su seguridad.

Tomás hace un llamado a quienes desean ayudar a que se sumen a las iniciativas de recolecta de alimentos y otros materiales para los afectados, enfatizando que no es necesario arriesgarse para colaborar. “He visto a muchas personas poniendo en peligro su vida en estos días”, critica.

Uno de los mayores obstáculos en la lucha contra el fuego para las brigadas aéreas es el denso humo que dificulta la operación de helicópteros y otros vehículos aéreos en diversas zonas. “Los aparatos no pueden aterrizar ni ayudar porque la visibilidad es nula”, señala.

Por último, la escasez de agua y las condiciones secas son factores que complican aún más las labores de extinción. “Si no llueve pronto, habrá incendios que no podremos controlar. Podremos atenuar el daño, pero necesitamos lluvia urgente”, lamenta Tomás.