Crónica Galicia.

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Confusión inicial en el regreso a clases; academias infantiles ajustan sus menús.

Confusión inicial en el regreso a clases; academias infantiles ajustan sus menús.

La reciente crisis ocasionada por un apagón eléctrico en la Península Ibérica, que dejó varias regiones en la oscuridad y complicó las comunicaciones, generó desconcierto entre las familias y el personal educativo en Galicia. Este apagón, que comenzó el lunes y se extendió hasta el martes por la mañana, complicó la rutina diaria en los centros escolares y las escuelas infantiles.

En una rueda de prensa convocada poco antes de las 21:00 del lunes, el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, informó que se decidiría la suspensión de clases en todos los centros educativos y las escuelas infantiles de la comunidad. La medida se tomó en un contexto de emergencia y busca, además de salvaguardar la seguridad, optimizar los recursos, especialmente el combustible del transporte escolar.

Sin embargo, lo que comenzó como una decisión clara se complicó cuando la alerta pasó al nivel 3, cambiando la gestión de la emergencia al Gobierno central, que instó a la apertura de los establecimientos educativos, a pesar de que no se realizarían clases. Esta falta de coherencia generó confusión, ya que muchos docentes no recibieron las órdenes precisas hasta la mañana del martes, encontrándose con mensajes contradictorios que llegaban al mismo tiempo.

Las familias también enfrentaron el dilema de la falta de información clara. Algunos centros privados y concertados comunicaron a los padres que abrirían sus puertas, e incluso mantuvieron servicios como el comedor. Por su parte, la red pública notificó a través de la aplicación 'Abalar' la apertura de los centros, aunque sin servicios de transporte o alimentación, lo que contribuyó a la desorganización matutina.

A pesar de los problemas de comunicación, los equipos directivos de los colegios realizaron esfuerzos para llegar a sus lugares de trabajo, aunque esto no evitó que se registraran complicaciones en la entrada de los alumnos. La Xunta, que había anticipado dificultades en la transmisión de instrucciones, instó a la población a tener comprensión frente a esta situación inusual.

Como resultado de la confusión general, muchas familias decidieron no enviar a sus hijos a clase, utilizando alternativas como la atención de abuelos u otros miembros de la familia. Fuentes de diferentes colegios confirmaron que solo un pequeño número de estudiantes asistió a los centros educativos, lo que ilustra el impacto de la crisis en la rutina escolar.

La situación se volvió aún más complicada en las escuelas infantiles, donde las directrices para reanudar la actividad no llegaron hasta más tarde. Muchos padres se encontraron con avisos que indicaban el cierre hasta el miércoles, lo que aumentó la incertidumbre en un entorno ya de por sí caótico.

La Xunta había instado a las guarderías de la red pública a reabrir lo antes posible, aunque la logística era significativamente más compleja debido a la necesidad de atender adecuadamente a los más pequeños. En este sentido, algunas familias relataban que, a pesar de la reanudación de la actividad, las guarderías implementaron un "menú de emergencia", que incluía opciones básicas como crema y espaguetis, o en otras, ofrecían papillas para los bebés.