Crónica Galicia.

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Expertos analizan la angustia de los padres de Samuel Luiz: la madre enfrenta una grave depresión y riesgos de “suicidio pasivo”.

Expertos analizan la angustia de los padres de Samuel Luiz: la madre enfrenta una grave depresión y riesgos de “suicidio pasivo”.

En el contexto del juicio por el asesinato de Samuel Luiz, un psiquiatra ha declarado que el acusado sufre de un “trastorno adictivo” que, según su análisis, se vio agravado por la influencia negativa de una pandilla local, la cual terminó por desestabilizarlo completamente.

A Coruña, 6 de noviembre. Durante las audiencias, expertos han ofrecido su testimonio sobre las implicaciones psicológicas que han enfrentado los padres de la víctima, revelando que ambos han experimentado un “trastorno depresivo” tras el devastador suceso que tuvo lugar en julio de 2021. La madre, en particular, se encuentra en una situación de “absoluta desesperanza” y ha sufrido un sentimiento de “abandono” por su incapacidad para enfrentar la realidad post-trágica.

Un psiquiatra que estuvo presente en la jornada de este miércoles en la Audiencia Provincial destacó que el sufrimiento de la madre podría describirse casi como una forma de “suicidio pasivo”. Otros profesionales han corroborado que ella presenta un cuadro de depresión severa acompañado de “ansiedad y reacciones de estrés agudo”, además de un notable rechazo a los tratamientos ofrecidos.

Adicionalmente, un médico forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia explicó que, en situaciones de duelo tan profundas, es común que las personas piensen que deben experimentar el sufrimiento en lugar de buscar alivio. La especialista remarcó que el rechazo a la atención médica no es una elección consciente, sino un efecto de la enfermedad misma que la condiciona a rechazar la ayuda necesaria.

Uno de los psiquiatras señaló la importancia del apoyo del esposo en el proceso de duelo de la madre, enfatizando que su situación podría haber sido aún más deteriorada sin su presencia. Esta conmoción ha afectado su capacidad para trabajar, especialmente porque enfrenta miradas y comentarios en su entorno laboral, donde hay un vínculo con uno de los acusados. “Tenía miedo de perder el control”, añadió una colega que también participó en la sesión.

Otro especialista llamado por la acusación particular, representando a la familia de la víctima, corroboró que la madre ha desarrollado un “trastorno depresivo con síntomas psicóticos”, mientras que el padre presenta un “estado depresivo moderado”. La madre, según el testimonio, desde el inicio mostró un rechazo a recibir atención psiquiátrica debido a un profundo “sentimiento de culpa”, lo que contribuiría a su abandono emocional, casi como un “suicidio pasivo”, donde dejó que el tiempo pasara sin buscar ayuda.

El pronóstico de la madre es “muy malo” si esta situación de resistencia a recibir tratamiento se mantiene. Esto conecta con el enfoque terapéutico ofrecido por la empresa donde trabajaba su esposo, que culminó en su incapacidad permanente.

Los padres, tras el trágico evento, se vieron obligados a acudir al hospital sin poder ver a su hijo con vida, lo que les llevó a jornadas de insomnio y una notable pérdida de control sobre sus vidas. Ambos se aislaron de sus relaciones sociales, llevando a un giro drástico en su existencia, señalaron los profesionales.

Otro psiquiatra que atendió al padre reveló que él padeció “una intensísima sensación de rabia contenida” y requería tratamiento antidepresivo. En el caso de la madre, el testimonio resaltó su notable reclusión, mostrando dificultades para verbalizar sus pensamientos, lo que complicó su tratamiento y derivó en una experiencia traumática extremadamente dura, coincidiendo con lo indicado por una psicóloga que también testificó.

Durante la misma sesión, se presentó un psiquiatra contratado por la defensa de Alejandro F.G., individuo acusado de agredir a la víctima y de asfixiarla. Este especialista examino al acusado en prisión, diagnosticándolo con un “trastorno adictivo múltiple” junto con un déficit de atención que viene arrastrando desde la infancia. Describió una estructura de personalidad patológica, que se manifiesta en impulsividad y en una mala gestión de las ansiedades.

El psiquiatra también observó que el acusado mostraba “rasgos de personalidad prepsicótica con características esquizoides”, sin descartar que su comportamiento estuviese relacionado con el consumo de drogas y alcohol. Relató que el joven no había tenido una convivencia armoniosa con su madrastra y que buscó su pertenencia a lo que él denominaba “la pandilla buena”, la de la escuela y el barrio, que terminó por desestabilizarlo.

Cuando se le cuestionó sobre la capacidad del acusado para comprender la situación durante el ataque mortal y controlar sus impulsos, el especialista mencionó la “distorsión” provocada por el uso de sustancias. Sin embargo, también dejó claro que, basándose en pruebas psicométricas que consideró como “hechos objetivos”, es posible que sus habilidades cognitivas y volitivas estuvieran comprometidas ese día.