La reciente crisis provocada por un apagón eléctrico ha puesto a prueba la resiliencia de la economía gallega, llevando a muchas empresas a adoptar medidas extraordinarias y a los consumidores a reaccionar con acopio de productos básicos como agua y papel higiénico.
El martes 29 de abril, tras el apagón del lunes, la actividad económica comenzó a recuperar el pulso, aunque las repercusiones económicas aún están en evaluación. Según el Foro Económico de Galicia, los daños podrían ascender hasta 200 millones de euros, reflejo del impacto que tiene la región en el contexto nacional.
Las grandes industrias gallegas, como la planta de Stellantis en Vigo y Alcoa en San Cibrao, experimentaron una vuelta a la actividad con ciertas dificultades. Mientras algunas factorías enfrentaban complicaciones en su reinicio, otras como Ence en Pontevedra pudieron operar sin interrupciones gracias a su independencia energética.
Este apagón ha permitido que empresas como Norvento, con sede en Lugo, se posicionen como ejemplos de autosuficiencia energética, alineándose con la necesidad de aumentar la resiliencia frente a crisis eléctricas. A medida que algunas plantas se reincorporaban a sus tareas, el proceso ha sido gradual, especialmente en el complejo industrial de Repsol en A Coruña.
La Asociación de Industrias del Metal y Tecnologías Asociadas de Galicia (Asime) advirtió de las seguras "graves consecuencias" que trajo este corte de energía, destacando la paralización de trabajos y la consiguiente ineficacia en la programación de actividades. En Ferrol, el astillero Navantia tuvo que llevar a cabo un desalojo ordenado debido a la falta de luz.
El sector de la hostelería y el comercio también ha sentido los efectos del apagón, aunque algunos negocios han podido adaptarse mejor que otros, especialmente aquellos que lidiaban con productos perecederos. La venta de estos productos se vio notablemente afectada, conduciendo a pérdidas considerables.
Stellantis logró reiniciar su producción en el primer turno del martes, aunque informó sobre ciertos inconvenientes que aún se estaban resolviendo. Por su parte, Alcoa, que experimentó cortes de energía hasta casi las 21:30, enfrentó desafíos en el restablecimiento de su producción, aunque pudo gestionar la situación sin fallos críticos significativos.
En lo que respecta al Puerto de Vigo, las operaciones se normalizaron rápidamente, permitiendo que la flota de pesca continuara su actividad bajo altos estándares de salubridad. Por su parte, Ence destacó su capacidad de mantener la operación sin interrupciones al estar desvinculada de la red eléctrica durante la crisis.
En declaraciones a Europa Press, Enrique Mallón, secretario general de Asime, explicó que a partir de las 15:00 horas del lunes, las empresas se vieron obligadas a detener sus operaciones, lo que resultó en una jornada de ventas perdidas. Sin embargo, la recuperación de la actividad comenzó casi de inmediato para la mayoría de las industrias al reiniciarse la energía.
El complejo de Repsol en A Coruña también empezó su reinicio de forma gradual, lo que podría provocar una mayor visibilidad de las antorchas de seguridad durante este proceso. Estas instalaciones son cruciales para garantizar la seguridad en las plantas durante las fases de parada y arranque.
El astillero de Navantia, tras protocolos de seguridad, pudo recuperar su funcionamiento, y se realizaron evaluaciones continuas para garantizar la seguridad del personal en el momento que la energía fue restablecida.
A medida que el comercio gallego intenta volver a la normalidad, los efectos de la crisis se han hecho sentir en la oferta de productos como pan y productos perecederos, aunque no de manera catastrófica. José María Seijas, presidente de la federación gallega de comercios, destacó las peculiaridades de la crisis, incluyendo la notable compra de agua y papel higiénico por parte de los consumidores preocupados.
En el sector lácteo, el impacto fue mínimo gracias a la infraestructura de generadores en la mayoría de las granjas. Las que carecían de estos utilizaron métodos alternativos para garantizar la continuidad de sus operaciones. Además, la organización Unións Agrarias planea solicitar que no se consideren las muestras de leche recolectadas en condiciones difíciles para los análisis bacteriológicos, buscando proteger el sector de cualquier posible sanción durante este periodo de crisis.
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