La diversidad de nacionalidades en Burela, un reflejo de la transformación del mar y Alcoa en los años 70.

La localidad lucense de Burela es conocida por su puerto pesquero, pero su singularidad va más allá. Con apenas 10.000 habitantes, esta villa de ocho kilómetros cuadrados alberga a personas de 48 nacionalidades diferentes. Un verdadero crisol de culturas que se originó en los años 70, impulsado por la construcción de Alcoa y las oportunidades laborales en el mar.
Antonina Semedo dejó su Cabo Verde natal a los 24 años para unirse a su marido, Paulo, en A Mariña lucense, donde él trabajaba en la fábrica Alúmina-Aluminios, hoy conocida como Alcoa. Paulo fue uno de los muchos hombres caboverdianos que emigraron a Europa en busca de empleo en esa época, y después de trabajar en distintas ciudades, encontró su hogar en la costa gallega.
Después de trabajar en la fábrica, Paulo se aventuró en el mar como pescador, convirtiéndose en el primer caboverdiano en hacerlo en el puerto de Burela en 1978. Su esposa, Antonina, se unió a él y juntos se han convertido en parte fundamental de la comunidad durante 46 años.
Burela, un municipio relativamente joven que se segregó de Cervo en 1994, es ahora un enclave de pescadores con casi 10.000 habitantes y una diversidad impresionante. Aunque más de 40 nacionalidades conviven en el lugar, la presencia caboverdiana destaca significativamente, representando el 10% de la población total.
El trabajo en el mar sigue atrayendo a personas como Martinho Martins, que llegó a Burela hace 40 años para trabajar en Alcoa y luego como cocinero de barco. Incluso su hijo, Félix Alberto Martins, es un personaje reconocido en la localidad, trabajando en la empresa Armadores de Burela y participando activamente en la comunidad.
A pesar de la diversidad y buena convivencia en Burela, algunos residentes nuevos han experimentado situaciones de racismo. Sin embargo, figuras como Félix creen que todo se reduce a una falta de confianza en lo desconocido, y esperan que la situación mejore con el tiempo.
La población de Burela sigue creciendo y diversificándose, con países como Cabo Verde, Senegal, Perú e Indonesia representados de manera notable. Esta mezcla de culturas enriquece la vida cotidiana en la villa y ha marcado un cambio significativo en las actitudes hacia la diversidad en la comunidad.
La lucha contra el racismo es un desafío constante, especialmente para personas como Gilene, que ha enfrentado episodios discriminatorios mientras trabajaba en la hostelería. A pesar de todo, Burela se mantiene como un pueblo de emigrantes, con una riqueza multicultural que beneficia a toda la comunidad.
El reconocimiento de la conexión entre Burela y Cabo Verde ha llegado hasta el presidente de la república africana, que visitó la villa en 2024 y la consideró "una isla más" del archipiélago. La música y la cultura caboverdianas también han encontrado un espacio en Burela, destacando la importancia de la diversidad en la vida cotidiana del lugar.
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