
La festividad del Apóstol Santiago en Santiago de Compostela este 25 de julio estuvo marcada por la notable ausencia del rey Felipe VI, lo que provocó cierta desilusión entre los asistentes. Aunque la plaza más emblemática de la ciudad, Praza do Obradoiro, se llenó de visitantes, muchas miradas se dirigieron hacia el evento buscando al monarca, que no estuvo presente en los actos.
Este día se celebró la festividad gallega más importante y la misma resultó atractiva tanto para peregrinos como para turistas, quienes acudieron a disfrutar de las actividades institucionales que culminaron con una misa en la Catedral. Desde temprano, miles de curiosos se agolpaban tras los cordones de seguridad, donde comenzó la ceremonia que contó con una considerable presencia policial para garantizar la seguridad de todos los asistentes.
La participación de las fuerzas armadas en los actos fue un punto destacado, generando aplausos y vítores por parte de algunos presentes, que incluso preguntaban a los periodistas si los militares regresarían para futuras actuaciones tras la misa. Ya en la recepción del Ayuntamiento, también en el Hostal dos Reis Católicos debido a reformas en Raxoi, surgieron las mismas interrogantes respecto a la posible reaparición de las tropas.
Sin embargo, la atención de muchos se centró en la familia real, cuya ausencia fue palpable. Algunos visitantes expresaban su descontento al enterarse que solo estaban presentes las autoridades políticas, entre ellas el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Una mujer fue escuchada comentando que "con Feijóo ya tienes 20.000 fotos en A Coruña", refiriéndose a la cercanía del político con la ciudad.
La falta de miembros de la Casa Real en comparación con años anteriores, donde Felipe VI presidía los actos, permitió que la figura de Feijóo cobrara protagonismo, obteniendo más fotografías que el actual presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, quien asumió el rol de delegado regio en esta ocasión.
Un detalle interesante se dio cuando una mujer comentó sobre la soledad de Rueda durante el evento, sugiriendo que debería haber sido acompañado, a pesar de que este mantuvo su papel institucional y se permitió tomarse fotos en el corto trayecto entre la Catedral y el Hostal.
Durante la llegada de Feijóo, el ambiente se animó considerablemente, con asistentes pidiendo selfies y compartiendo momentos con el líder del PP. Al salir del Hostal después del cóctel oficial, el interés por ser fotografiado intensificó hasta el punto de que se formaron pequeñas filas de personas, algunas de las cuales empujaban a sus hijos para que se tomaran una foto con el futuro presidente de España.
Un momento particularmente animado se produjo cuando un grupo de jóvenes peregrinos que llegaban de una localidad cercana a Madrid comenzaron a vitorear "Feijóo, Feijóo", creando una atmósfera tan electrizante como la de un estadio de fútbol. Sin embargo, también hubo críticas, aunque menos sonadas; una mujer le gritó al político una advertencia al marcharse del Obradoiro.
Las tropas ingresaron puntualmente a la plaza mientras diversas autoridades se alineaban frente al Pazo de Raxoi, donde se organizaban desde tempranas horas. Además de los conselleiros y parlamentarios, los grupos municipales también ocuparon un lugar en los actos, aunque el gobierno local, encabezado por BNG y Compostela Aberta, no participó en los eventos dentro de la Catedral.
En la ceremonia, el presidente de la Xunta, como delegado regio, posó ante la comitiva militar, junto a figuras políticas significativas como el expresidente Feijóo y otros altos funcionarios. Al concluir la revisión de tropas, las autoridades se dirigieron a la Catedral para asistir a la misa, regresando posteriormente hacia el Hostal, lo que generó un desfile de vuelta con gran interés mediático.
La alcaldesa de Compostela, conocida por sus elecciones de vestimenta para esta festividad, optó por un conjunto que refleja la cultura local, destacando el trabajo de artesanos y comerciantes de la zona, resaltando su compromiso con la identidad gallega en esta celebración.
Finalmente, mientras los actos oficiales tenían lugar, miles se dispersaron por la zona histórica de la ciudad, que albergaba celebraciones populares e incluso manifestaciones de grupos nacionalistas, que concluyeron también en los alrededores de la Catedral, creando un ambiente de fervor y actividad colectiva.
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