Crónica Galicia.

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El mapa local gallego se mantiene sin cambios significativos en casi 200 años, a la espera de ser redimensionado.

El mapa local gallego se mantiene sin cambios significativos en casi 200 años, a la espera de ser redimensionado.

La falta de consenso político y el arraigo dificultan los cambios pese a los intentos por impulsar las fusiones

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 28 Sep.

El mapa administrativo de Galicia, en vigencia desde 1836 y 1840, ha permanecido prácticamente inmutable durante casi 200 años en términos de cantidad de ayuntamientos, a pesar de los esfuerzos por promover la reducción de municipios como una medida para combatir la despoblación y mejorar la eficiencia en la prestación de servicios.

Según el profesor Alejandro Otero del departamento de Geografía de la USC, la estructura municipal de las provincias de A Coruña, Pontevedra y Ourense tiene sus raíces en 1836, mientras que la de Lugo se estableció en 1840, tras algunos ajustes necesarios.

El profesor Rubén Lois, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la USC y autor de un estudio sobre fusiones presentado por la Xunta recientemente, explica que la creación de ayuntamientos en este nuevo mapa tenía como objetivo eliminar las "unidades parroquiales" en un contexto de agitación carlista, donde el poder temía posibles contrapoderes basados en las estructuras eclesiásticas.

A pesar de algunos cambios, como fusiones, anexiones y segregaciones de ayuntamientos, realizados a lo largo de los años, estos han sido pequeños y han afectado principalmente a las ciudades, según destaca Alejandro Otero.

En el siglo XIX, se dieron acuerdos y desacuerdos frecuentes entre las administraciones locales, lo cual resultó en la independencia de varias localidades para la creación de nuevos ayuntamientos, muchos de los cuales no lograron consolidarse a lo largo del tiempo.

El ejemplo de O Rosal, que se independizó de A Guarda en 1847, para luego reintegrarse cuatro años después y seguidamente volver a separarse en 1854, ilustra la inestabilidad en la época en cuanto a la definición de municipios.

En el siglo XX, los cambios más significativos se dieron alrededor de las grandes urbes, donde ciudades como A Coruña, Ourense, Ferrol, Santiago, Vigo y Pontevedra incorporaron municipios cercanos.

Además de las absorciones en las ciudades, se dieron algunas segregaciones como en A Illa de Arousa, Mondariz-Balneario, Pontecesures y Rábade, en un contexto marcado por conflictos entre las parroquias y los ayuntamientos principales.

El profesor Rubén Lois destaca que las fusiones de municipios eran excepcionales y generalmente se optaba por asociar ayuntamientos periféricos con las ciudades para aumentar la población en estas, estrategia que se aplicó durante la urbanización de España en el siglo XX.

La madurez de la estructura administrativa municipal en Galicia ha llevado a una buena valoración por parte de la ciudadanía, con los ayuntamientos arraigados como la administración más cercana a la población.

Sin embargo, a pesar de esta estabilidad, expertos señalan que los municipios más pequeños en zonas rurales podrían enfrentarse a dificultades debido a la despoblación, lo que resultaría en administraciones débiles para la prestación de servicios, un fenómeno conocido como "inframunicipalismo".

Ante esta situación, surge la idea de agruparse, comarcalizarse, mancomunarse o fusionarse, un debate que resurge en épocas de crisis, como la de 2007, según explica Rubén Lois.

El catedrático de Derecho Administrativo de la UDC, Francisco Sanz Larruga, señala que la legislación actual contempla la posibilidad de fusiones, así como otras formas de colaboración interadministrativa como las áreas metropolitanas, las mancomunidades o los consorcios.

La falta de consenso político y social ha sido identificada como la principal causa de la escasez de cambios en el mapa administrativo de Galicia, siendo las modificaciones, salvo casos excepcionales, dictaminadas por decreto.

El debate sobre la reorganización municipal se ha visto limitado por la resistencia a cambiar un sistema arraigado, a pesar de los intentos de impulsar fusiones en la reforma de la Ley de Régimen Local en 2015.

La identidad y el sentimiento de pertenencia a un municipio, junto con intereses políticos, han obstaculizado las fusiones municipales en Galicia, lo que ha llevado a un escaso avance en este sentido según expertos en el tema.