Crónica Galicia.

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Mancha de sangre en la puerta desmiente la defensa del acusado en el caso Coia.

Mancha de sangre en la puerta desmiente la defensa del acusado en el caso Coia.

VIGO, 28 de octubre.

La reciente comparecencia en el juicio por el crimen de Coia ha puesto en entredicho la versión inicial del acusado, José Luis M.C. El individuo está siendo valorado por un jurado en la Audiencia Provincial de Pontevedra, enfrentándose a una posible condena de hasta 22 años de prisión por asesinato y tenencia ilegal de armas. Un hallazgo clave en la investigación, una mancha de sangre localizada en el marco de su puerta, ha sido determinante para cuestionar su relato.

El día martes, los agentes que respondieron a la emergencia la noche del suceso, acontecido el 6 de abril del año pasado, testificaron en la sala. Coincidieron en que, al llegar, encontraron a dos vecinas intentando reanimar a la víctima, quien yacía en el suelo, rodeado de un charco de sangre a tan solo unos metros de la casa del acusado.

A su lado había una barra de hierro y una cadena de metal gruesa; además, cerca de la puerta del acusado, fue hallado un machete de grandes dimensiones con la inscripción "Terror Team" pintada en su hoja. Esta evidencia física se sumó a la escena caótica que los policías encontraron a su llegada.

Inicialmente, José Luis ofreció una explicación que involucraba a la víctima empuñando un machete y discutiendo con otro joven que portaba una escopeta. Afirmó que, tras escuchar ruidos, se percató de la situación y cerró la puerta, para luego escuchar dos disparos; al abrir, se encontró con el cuerpo en el suelo.

Sin embargo, los investigadores detectaron inconsistencias en su relato. Notaron manchas de sangre en su mano y en el interior del marco de su puerta, lo que no concordaba con la afirmación de que había cerrado la entrada antes de los disparos. “Si realmente hubiera tenido la puerta cerrada, la sangre no podría haber llegado allí”, aseguraron los policías.

A raíz de estos hallazgos, sumados a la actitud nerviosa del acusado y a la alteración de su relato, se procedió a su arresto. Un agente declaró que “los indicios eran evidentes” y que existían “sospechas justificadas” para la detención.

Durante el traslado a su vivienda para recuperar su medicación, José Luis confesaría ser el autor de los disparos fatales y entregó la escopeta que había escondido bajo el colchón de su cama. En su declaración, mencionó que conocía a la víctima, quien se había presentado en su casa armado con un machete, una barra de hierro y una cadena, lo que le hizo temer por su integridad y la de su madre, que también se encontraba en el hogar.

Los testigos de la policía indicaron que el acusado admitió haber mantenido una discusión y que, asustado al ver las armas, decidió realizar un “disparo intimidatorio” con cartuchos de sal. Sin embargo, el segundo disparo, que terminó impactando en el rostro de la víctima, resultó ser mortal.