Galicia celebra el 17 de mayo a las cantareiras, símbolo de la fusión entre tradición y modernidad del folclore.
El Día das Letras Galegas ha decidido rendir homenaje a aquellas mujeres que, en la penumbra de la historia y en el silencio de sus aldeas, se convirtieron en guardianas de la cultura popular gallega. Estas mujeres trabajaron incansablemente para preservar las tradiciones, aunque muchas veces su labor pasara desapercibida.
En una ceremonia especial celebrada en Santiago de Compostela, la Real Academia Galega ha optado por dedicar este prestigioso día a las cantareiras y a la rica poesía popular que emana de Galicia. Esta elección no es mera coincidencia, sino un reconocimiento a la conexión esencial entre las raíces culturales y su expresión contemporánea.
Las voces que han respaldado esta candidatura subrayan la importancia de visibilizar a estas mujeres, que durante años han sido el pilar del folclore gallego. Según la académica Ana Boullón, este reconocimiento es "una cuestión de justicia", que busca rescatar del olvido a quienes, sin buscar protagonismo, han mantenido vivas las tradiciones.
La tarea de dar a conocer estas figuras emblemáticas no ha sido sencilla. La esencia de la poesía popular reside en su anonimato, lo que ha dificultado que estas mujeres sean reconocidas como se merecen. Boullón destaca que ellas no buscaban fama, sino que su pasión por la música tomaba forma en su cotidianidad.
Para materializar este reconocimiento, la Real Academia ha recurrido al 'Cancioneiro popular galego', un ambicioso proyecto liderado por la musicóloga suiza Dorothé Schubart y el lingüista Antón Santamarina entre 1978 y 1983. Esta obra se ha convertido en la recopilación más amplia de canciones tradicionales gallegas, un verdadero tesoro cultural.
Entre las mujeres que participaron en esta investigación se encuentran Adolfina y Rosa Casás de Cerceda, así como otros notables nombres que dejaron su huella en el cancionero, compuesto por miles de páginas que atesoran la esencia del alma gallega.
El trabajo de Schubart es recordado por Santamarina como una labor que requirió dedicación y esfuerzo. Viajó por numerosos municipios y parroquias para recoger las canciones que luego serían fundamentales para la identidad cultural de Galicia. Este esfuerzo no se limitó a un único libro, sino que se extendió a lo largo de los años con nuevas aportaciones.
La riqueza del cancionero no solo radica en su contenido escrito, ya que incluye grabaciones que permiten a las nuevas generaciones conectarse con estas tradiciones, otorgando un valor añadido que falta en recopilaciones anteriores. Esto ha llevado a que muchos artistas contemporáneos busquen inspiración en estas obras, revitalizando la música popular.
Los recuerdos de aquellos encuentros con Schubart son vívidos en la familia Casás. Richi Casás, nieto de las cantareiras, recuerda que inicialmente no comprendieron la importancia de su participación en este proyecto. Con el tiempo, sin embargo, han llegado a valorar la trascendencia de su legado.
La evolución del reconocimiento ha ido de la mano con el tiempo y, según Richi, ha sido impulsada por grupos que han expuesto su formato en medios de comunicación. El orgullo familiar surgió cuando comenzaron a ver que lo que parecía un pasatiempo había ganado reconocimiento y valor artístico.
Richi también ha continuado con la tradición familiar, lo que ha generado un nuevo vigor en la práctica de la música popular entre jóvenes. Esta revitalización se traduce en un reconocimiento colectivo que surge en su familia y se brota en la comunidad.
El tributo que recibirían estas mujeres es un tema de discusión. La familia cree que lo recibirían con sorpresa y alegría, ya que para ellas el canto siempre fue una parte intrínseca de su vida cotidiana, algo que formaba parte de su ser.
Agradecidos por este reconocimiento, la familia lo ve como un deber moral de dar visibilidad al trabajo de sus antepasadas. Como señala Richi, "cuando la Real Academia las pone en el centro de atención, toda la sociedad lo hace".
Antón Santamarina también se hace eco de la relevancia de estas mujeres, enfatizando que, a pesar de no haber pasado por la educación formal, se convirtieron en auténticas mensajeras de la cultura popular gallega. La lírica que portan es un capítulo significativo de la historia regional.
Ana Boullón refuerza esta idea al señalar que la candidatura nació de la misma sociedad gallega, un eco del sentir colectivo. El término 'cantareira' ha sido electo como 'Palabra do Ano' de 2024, lo que subraya la relevancia de su papel en la cultura gallega.
El significado de 'rexurdimento' del folclore gallego es clave en este homenaje, que busca dignificar una parte de la identidad gallega no siempre valorada. Boullón recuerda que el folclore no es un mero vestigio del pasado, sino que debe evolucionar y adaptarse a los tiempos.
El cambio en el contexto del folclore es evidente. Las actividades agrícolas que antes eran el núcleo de las cantigas han sido sustituídas por ambientes urbanos, donde las tradiciones se reinventan, manteniendo su esencia lúdica.
A pesar de esta evolución, el papel de la música y la lengua gallega en la vida de los jóvenes se mantiene firme. Muchos descubren su primer contacto con el gallego a través de actividades de canto o baile popular, derribando la idea de que el idioma se limita al ámbito académico.
Como comentó Santamarina, Dorothé Schubart siempre promovió la participación del público en la música, proponiendo que esta no fuera una experiencia pasiva. Esto trae a colación la necesidad de incluir la música popular en los espacios educativos, algo que ahora se está comenzando a hacer.
La escena actual de la música gallega también refleja este nuevo auge, con nuevos grupos emergentes que continuan la herencia de las cantareiras. Bandas como Tanxugueiras y Fillas de Cassandra están dejando su impronta en el panorama cultural.
Con miradas al futuro, tanto Richi Casás como Santamarina se muestran optimistas sobre la vitalidad de la música tradicional gallega. A pesar de que el papel de las instituciones podría ser aún más significativo, destacan la importancia del reconocimiento social que ya se ha alcanzado.
Para avanzar en la preservación de esta música, Richi pide un archivo centralizado y sugiere la creación de un Instituto del Folclore, que podría tomar la delantera en este esfuerzo. Este tipo de respaldo podría enriquecer la cultura gallega y asegurar un espacio para su patrimonio musical.
Concluyendo el debate, Santamarina betea que siempre existe espacio para más apoyo de las instituciones, pero destaca que el reconocimiento social ya es un triunfo en sí mismo, y eso es lo que realmente importa. La música sigue su curso, y Galicia está lista para compartir su legado cultural con el mundo.
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